Como cuidar el cuero

Como cuidar el cuero

El cuero es una piel de animal que ha sido tratada, curtida y teñida para detener su proceso de putrefacción y mantener al mismo tiempo todas sus propiedades, textura y flexibilidad.

Al igual que prestas atención a tu propia piel, debes dedicar los cuidados necesarios a tus prendas de cuero para hidratarlo, aplicarle crema o aceite protector, prevenir manchas y roturas y protegerlo del calor excesivo.

Cuidar el cuero correctamente es el único método que existe para ayudarlo a envejecer con dignidad y fuerza.

Aquí encontrarás 8 consejos (…y una advertencia!) para ayudarte a mantener tu armario en condiciones óptimas.

«Hidratar» y «mojar» son dos cosas distintas.

Fíjate en tu propia piel: no es lo mismo pegarse una ducha que aplicarse crema hidratante.

Como cualquier otra piel, el cuero también debe ser hidratado y protegido de la humedad para evitar que se resquebraje, aparezcan manchas o pierda su color.

Existen cremas o aceites especiales para ello. En nuestra web encontrarás una pequeña selección de ellos, pero hay mucho más en el mercado. Aplícalo con regularidad ‒en función del uso que hagas de tus prendas‒ o ante cualquier situación de ‘estrés’ como un largo viaje en un clima distinto al tuyo, más extremo, o una fiesta o celebración donde tu prenda haya sufrido (manchas, humo, sudor, etc.).

Las prendas de cuero no deben exponerse directamente al sol ni a ninguna fuente de calor, ya sea una estufa, calefacción, fuego, chispas o algún chorro de aire caliente, ya que se resecarán e incluso pueden llegar a cuartearse. La distancia mínima de seguridad con la fuente de calor es de unos 50 cm, aunque esto dependerá de la intensidad del calor. Ante la duda, ¡lo más lejos posible!

Cuidado también con los rayos solares. Evita dejar tus prendas colgadas o expuestas directamente al sol por largo tiempo, pues eso, al igual que el uso de otras fuentes de calor, puede modificar la estructura o el color del cuero y provocar alteraciones de forma o tono entre distintas áreas de su superficie.

No confundas este consejo con vestir prendas de cuero en días soleados: ahí no hay ningún problema.

Si accidentalmente tu prenda se ensucia, deberás limpiarla y ciudarla en función del problema:

Polvo

Utiliza una gamuza fina o un paño de microfibra de polvo, en seco o ligeramente humedecido, pero no mojado. Si es necesario usa un poco de agua tibia, jamás caliente. Al terminar, elimina el exceso de humedad con otro paño seco y deja secar a temperatura ambiente, pero nunca bajo el sol directo ni con fuentes de calor.

No utilices cepillos duros, aspiradores o herramientas que puedan rayar su superficie. Solo con prendas de ante o nobuk se pueden usar cepillos especiales adecuados a su superficie, pero estas son tan delicadas que siempre es mejor evitar ensuciarlas antes que tener que lavarlas.

Agua o humedad

Si se ha mojado por la lluvia o cualquier salpicadura de agua, elimina su exceso con un paño seco (atención a los rincones difíciles: dobletes en puños, arrugas, bolsillos abiertos, etc.) y déjalo secar al aire libre, siempre a la sombra.

¡No lo cuelgues! El peso de la propia pieza, al aumentar por la humedad acumulada, puede hacer que esta se deforme. Mejor que repose plano en una superficie, con una toalla debajo que absorva la humedad, e ir girándolo cada cierto tiempo.

Una vez seco, debes utilizar algún producto especializado para proteger el color y brillo de tu prenda.

Líquido

Si se mancha con cualquier otro producto líquido que no sea agua, intenta reaccionar al momento, rápido, antes de que el cuero pueda absorberlo. Usa papel absorbente o un paño seco, haciendo una ligera presión para que lo expulse. No restriegues ni hagas movimientos circulares pues podrías extender la mancha.

Si es una pieza sin forro, usa un papel o trapo por cada lado del cuero, uno en el interior y otro en el exterior.

Hasta que no haya pasado un tiempo prudencial para dejar que la mancha se seque no sabrás si esta ha desaparecido o ha dejado marca. Si queda algún resquicio, no quedará más remedio que utilizar productos especiales, pero en este caso te recomendamos dejarlo en manos de un profesional.

 

Nunca esperes a que tus prendas se ‘ensucien demasiado’ para limpiarlas, pues el exceso de polvo, grasa o mugre en general puede resecarlas o desteñirlas.

Hay quien recomienda guardar las prendas de cuero en el armario recubiertas con una funda, pero debido a que es un material orgánico, es decir, ‘respira’, nosotros no somos partidarios de esto.

Sin embargo, es muy importante mantenerlo libre de polvo, por tanto, si la pieza va a estar guardada mucho tiempo, te recomendamos las medias-fundas, que recubren solo un cuarto o un tercio de la prenda.

Usa perchas anchas y aterciopeladas para chaquetas, arneses o chalecos, y perchas con clips acolchados para todo lo demás como pantalones, jocks o chaps.

¡No dobles jamás tus piezas de cuero para guardarlo!

Existen productos específicos para la limpieza del cuero, que deben aplicarse con un trapo no absorbente, realizando pequeños movimientos circulares. A continuación, para terminar, hay que abrillantar la pieza con una gamuza o un trapo suave.

La base fundamental para un buen tratamiento es la impregnación profunda, equilibrada y uniforme del producto sobre el material.

Además, existen detergentes especiales para el lavado a máquina (bajo ciertas condiciones: lee siempre las instrucciones!) con los cuales hay que seguir generalmente unas reglas básicas:

  • El agua siempre a temperatura fría.
  • No centrifugar jamás.
  • Los botones mal cosidos o sueltos deben quitarse (o asegurar) antes del lavado.
  • Remover, si es posible, las aplicaciones que haya sobre la prenda.
  • No lavar nunca dos prendas juntas, excepto en el caso de que estas dos o tres piezas formen parte de un mismo traje o combinación.

Recomendamos realizar una limpieza profunda cada seis meses ‒dependiendo de la intensidad de uso‒ quitando el polvo a conciencia, revisando el interior de los bolsillos y prestando especial atención a los dobladillos en puños o piernas, interior del cuello, etc.

Ante cualquier duda, lleva tus piezas a una tintorería que esté especializada en cuero (ojo, no todas saben tratarlo bien, pregunta si pueden tratar específicamente el cuero).

Un buen momento para realizar esta limpieza profunda es al terminar la temporada, cuando vas a dejar tu prenda guardada durante unos meses hasta la próxima estación. También después de unas vacaciones intensas o de una fiesta, cuando le has dado un uso excesivo o se ha ensuciado más de lo normal.

Si no has utilizado o no vas a utilizar alguna prenda durante un largo período de tiempo (un año o más), no olvides repasarla cada seis meses para controlar su estado y aplicar un producto hidratante.

Anteriormente nos hemos referido a 4 productos diferentes para el cuidado del cuero: aceite, bálsamo, crema y grasa (también llamada cera).

Pero, ¿en qué se diferencian unos de otros? ¿Y cuándo y cómo se aplican?

Antes de detallar sus características, hay 3 reglas de oro para su uso eficaz:

  • No aplicar jamás un producto sin limpiar antes el cuero, ya sea  superficialmente con un paño seco (para eliminar el polvo) o más intensamente para eliminar la suciedad incrustada.
  • Utiliza productos naturales para tus prendas. El cuero es orgánico y lo que le apliques debe serlo también. Los artículos con ingredientes artificiales (como la vaselina o la silicona) proporcionan resultados superficiales maravillosos, pero pueden causar daños internos al secar y deshidratar el cuero.
  • Antes de utilizar cualquier producto, asegúrate de prestar atención a su composición y uso recomendado.

Aceites y bálsamos

Los aceites para el cuero son hidratantes y nutritivos. Por su composición líquida, penetran fácilmente en el interior del material, lo que permite proteger el cuero en su totalidad.

Son adecuados para grandes piezas (chaquetas, camisas, pantalones, etc.) y pueden aplicarse simplemente con un paño de algodón seco.

Los bálsamos son como aceites más concentrados que, además de sus componentes hidratantes o nutritivos, contienen selladores que crean una capa protectora sobre la superficie en la que se aplican. Muchos de ellos también proporcionan un efecto impermeabilizante contra la humedad externa.

Los aceites y bálsamos son especialmente adecuados para cueros de flexibilidad fina y media. Debido a su composición untable, impregnan el cuero fácil y rápidamente.

Cremas y ceras

Las cremas tienen una composición más fluida, por lo que son más fáciles de aplicar y penetran más fácilmente. Las ceras, por su parte, proporcionan protección y tienen efectos de sellado.

Las cremas pueden ser neutras o contener pigmentos, para matizar o reforzar el color en las zonas un poco «apagadas», así como para reducir las marcas o arañazos. Se recomienda utilizar una esponja para su aplicación, ya que absorberá la humedad innecesaria que se libera durante el proceso de aplicación.

Las ceras naturales contienen precisamente eso: cera de abeja. Evita las ceras mixtas o sintéticas. Sirven para proteger y dar un brillo extra a la superficie aplicada. Algunas de ellas también contienen pigmentos, aunque suelen ser muy ligeros ya que su función no es teñir a fondo.

Las cremas y ceras son óptimas para los cueros más gruesos (crupón), que suelen utilizarse para arneses, cinturones, slings, etc., así como para la mayoría de los zapatos y botas.

El cuero es flexible y cede ante el peso y la humedad. Lleva tus bolsas con poco peso, pues ante un uso continuado pueden deformarse con rapidez.

Una cartera enorme en el bolsillo trasero de tus pantalones puede deformarlo. Cambia de bolsillo con frecuencia o intenta que la cartera no sea muy voluminosa.

Ya sabemos que adoras algunas de tus piezas, pero el cuero necesita descansar. Alterna tus prendas o déjalas en el armario de vez en cuando. Su uso continuo las envejecerá muy rápido.

Usa perchas anchas y resistentes para chaquetas, camisas, chalecos, etc., así evitarás que aparezcan marcas o arrugas en ciertas zonas cuando los uses de nuevo después de un tiempo guardados.

Evita colonias, perfumes o desodorantes intensos, pues el cuello o axilas de tu chaqueta, camisa o chaleco absorberán rápido el aroma; además, la composición química de estos productos tiende a secar y cuartear el cuero con mucha rapidez.

Aunque uses aceites o grasas para cuidar el cuero, no debes confundir estos productos especiales con otros tipos de grasas. Ante manchas de lubricante, sudor intenso, silicona líquida, etc., elimina todo resto antes de guardar la prenda, especialmente alrededor de las piezas o aplicaciones metálicas.

No pongas etiquetas o parches adhesivos de carácter temporal en tus prendas de cuero, pues al sacarlos quedará marca (si va a ser algo fijo, lo mejor es coserlo directamente encima de la pieza).

¡¡No uses remedios caseros y evita los ‘trucos de internet’!! Nada de emplear aceite de oliva, crema de manos, talco o leches vegetales o animales. Busca simepre productos específicos y/o pregunta a un profesional.

Te hemos propuesto una serie de consejos generales para cuidar tus piezas de cuero, así como varios links a la sección de la tienda online donde puedes encontrar una pequeña selección de productos específicos para ello.

Sin embargo, solo son soluciones sencillas a problemas sencillos, y no nos cansaremos de repetir que prevenir es la mejor manera de evitar problemas futuros con el cuero.

Para un profesional es muy difícil y arriesgado dar consejos sobre una incidencia sin poder ver o tocar físicamente la pieza que debe ser arreglada. Ante cualquier problema grave de roturas, pérdidas de color, manchas, grietas o alteraciones en la forma o flexibilidad de tus prendas, consulta siempre a un profesional, en persona y llevando contigo la prenda afectada, pues solo viéndola y palpándola podrá darte un correcto diagnóstico y una solución para repararla.

Producto europeo

Nuestros productos se diseñan y fabrican artesanalmente en Berlín (Alemania). El origen de la materia prima procede de diferentes países, principalmente Italia, España, Alemania y Polonia.

Todo ello procedente y fabricado en la UE.

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